Era 1981 segundo año de la década de los ’80, una
década marcada por el aumento de las tensiones de la Guerra Fría entre Estados
Unidos y la Unión Soviética, la amenaza nuclear se hace más patente que
nunca, este año se hace público la existencia de una nueva y terrible enfermedad
el SIDA, el Papa Juan Pablo II sufre un intento de asesinato, ese año también
fue lanzado el transbordador espacial Columbia el primero de los transbordadores
espaciales de la NASA en cumplir misiones fuera de la Tierra, se estrenan las
películas En Busca del Arca Perdida de George Lucas y Steven Spielberg, y Un
hombre Lobo Americano en Londres entre otras, el presidente de Estados Unidos es
el Actor Ronald Reagan, en Venezuela gobierna Luis Herrera Campings del partido
COPEY, en la radio se escucha sin parar MENUDO con "Quiero Ser", José Luis
Rodríguez “El Puma” con Dueño De Nada, este año se lleva a cabo el XI Censo
General de Población y Vivienda en todo el país, se prohíbe la transmisión por
televisión de toda publicidad comercial que induzca directa o indirectamente al
consumo de cigarrillos, Irene Sáez gana el certamen del Miss Universo, realizado
en Nueva York. Segundo título para el país y “Pilín” León gana el concurso de
Miss Mundo, segunda oportunidad para el país.
En la Televisión Nacional, vemos
la novela Ligia Helena de Delia Fiallo protagonizada por Lupita Ferrer y José
Bardina, el Show de Josélo, Radio Rochela, el Zorro, el Chavo del 8, Los
Picapiedras, Heidi, Ultraman y Sábado Sensacional.
Mi esposa Esther de solo 20
años con embarazo sobre las 40 semanas y yo de 23 años, es nuestro primer bebé
en casi dos años y medio de matrimonio. Ya, se acercaba la fecha del parto, los
nervios recorrían mi cuerpo, pensamientos iban y venían, yo estaba algo delgado,
trabajaba como Chófer repartidor de mercancía en una conocida tienda de la Avenida 20
de Barquisimeto, está tienda luego se mudo a sus nuevas instalaciones y su nuevo
nombre es “Centro Industrial Chaliki C.A, también estudiaba en las noches en la
Escuela de Admintrcion de la UCLA, poco a poco habíamos logrado comprar las
cosas necesarias, ya teníamos dos docenas los famosos pañales de tela marca
“Quiuriti” americanos traídos desde Cúcuta, también algunas cajitas de los
nuevos pero costosos pañales desechables “Pampers” solo para cuando fuéramos a
la iglesia, los ganchos para los pañales con su afilada aguja, camisitas,
cobijitas, mediecitas teteros de vidrio con su tapa de rosca negra etc. Eso sí
todo de amarillo ya que no sabíamos el sexo del bebé. Gracias a unas hermanas de
la iglesia dónde éramos miembros de nombre: Rufina y Ruth nos pusieron en
contacto con una enfermera que nos iba a ayudar con el cupo en la maternidad del
primer Centro Asistencial de la Región Centro Occidental del país, el Hospital Central Universitario Dr. Antonio María Pineda, que bueno. También para esos días se
estaba por inaugurar el nuevo y moderno hospital del Seguro Social Dr. Pastor
Oropesa en la Avenida La Salle, ya estaba terminado y dotado con lo último en
tecnología y mobiliario y gracias a un amigo que trabajaba en ese lugar una
noche nos dio a Esther y a mi un recorrido por aquella impresionante
instalaciones quizá tuviéramos nosotros la oportunidad de estrenar ese hospital.
Entramos a la segunda mitad del mes de Abril, el embarazo habías transcurrido
normalmente pero ya en esos días la gran barriga no le daba a Esther reposo,
estábamos en Semana Santa, amanecía el Sábado Santo día 18, Esther había pasado
la noche casi en vela ya que no conseguía posición cómoda para conciliar el
sueño, ya había amanecido cuando llegaron las primeras contracciones yo sentí
desfallecer por lo general actuó tranquilo ante situaciones complicadas pero
solo es pura fachada por dentro el corazón lo tenia acelerado, muchos
pensamientos invaden la mente lamentablemente muchos son negativos. Ya teníamos
preparado la pañalera y un pequeño bolso con algo de ropa, las contracciones
eran distanciadas y aumentaban lentamente, ya luego de la primera conmoción
llamamos a nuestra amiga la enfermera recuerdo que al tratar de marcar los
números en de nuestro teléfono fijo gris de disco giratorio, mis dedos
temblaban.
El día había amanecido algo frío y muy nublado, parecía que se
aproximaba una lluvia, subimos todo a nuestro auto un Dodge Dart año 73 blanco
con unas muy llamativas franjas azules laterales. Pasamos a recoger a la
enfermera en el barrio La Feria al sureste de la ciudad ya había recogido a mi
hermana Nancy que en realidad no se llama Nancy sino Mireya pero todos le
decimos Nancy y de verdad no sé porque todo este enredo de Nancy y no Mireya, y
emprendimos rumbo al gran Hospital Central, me imaginé que me estacionaria al
frente de la puerta y un equipo de enfermeros y camilleros nos recibirían y nos
darían la atención que este gran momento para mi y mi esposa requeriría ya que
estaba por nacer mi primer bebé y todos debían estar muy atento a este gran
acontecimiento, cuando llegamos al gran hospital parecía más a un gran mercado
que a un centro de salud, tuve que estacionar lejos de la puerta y caminar con
Esther y sus agudas contracciones, al llegar a la puerta me sorprendo al ver la
cantidad de grandes momentos de muchas mujeres, la maternidad se encontraba
colapsada ya no había posibilidad de recibir más parturientas, las camas eran
ocupadas por dos mujeres, pensé que pasó en las vacaciones de agosto pasados?
Todo lo que
me había imaginado se vino abajo comenzamos la búsqueda de un nuevo centro de
salud que nos pudiera atender fue un momento de mucho miedo que nos hacía solo
confiar que Dios tenía el control, solo éramos dos jovencitos recién salidos de su
adolescencia y ahora seríamos padre y no teníamos dónde acudir. Nuestra novel
amiga la señora enfermera nos daba consuelo y de una u otra forma hacía el papel
de mamá, ella nos dijo vamos a Cabudare que para ese tiempo era una pequeña
población cercana a Barquisimeto, en esos días era todo un viaje no existían las
avenidas que hoy la hacen cercana. Llegamos al un centro asistencial, El Hospital
de Cabudare dónde nos indican que no nos pueden atender por las mismas
condiciones de hacinamiento pero ha la señora enfermera otra colega le da un
dato hay un pequeño dispensario rural saliendo a norte frente de una plaza.
Después de dar varías vueltas y preguntar un par de veces llegamos al pequeño
dispensario rural, había poca gente pero también poco personal pero aleluya! si
nos podían atender.
Esther entra con mi hermana Nancy la que enrealidad se llama Mireya ya que la enfermera se
tuvo que ir, a Esther le hacen su respectivo tacto y los médicos determinan que
todavía le falta dilatar más y la mandan a caminar a la pequeña plaza que
efectivamente estaba al frente del pequeño dispensario. Ya eran más del medio
día y las contracciones eran lentas y no avanzan definitivamente Esther estaba
en proceso de parto pero toda era muy lento y a todo eso el cansancio va
haciendo mella, Esther fue revisada un par de veces más con el mismo resultado y
así entramos en la tarde de ese sábado santo. Los médicos por fin deciden
aplicar Oxitocina (Pitocin) para intensificar las contracciones, recuerdo que
después de la aplicación de esta hormona nuevamente seguíamos caminando en
círculo en esta pequeña plaza Bolívar, efectivamente las contracciones se
empezaron hacer más fuerte y Esther cada vez que le venían me mordía el hombro
yo no sé si lo hacía para aguantar el dolor o para que yo también sintiera
aunque sea en una parte lo que ella estaba sintiendo. Ya entraba la noche y hubo
cambio de guardia quedó a cargo una joven doctora y una enfermera, ya a esta
hora el cansancio y la debilidad se hacían, presente, cuando está Doctora la
examinó dijo que el bebé “corono” y no avanzó más. Creo que dijo aquí estoy
hagan ustedes lo demás. Ya pasaban las diez de la noche y comenzó el parto, no
me dejaron entrar, mi hermana Nancy y yo solo escuchábamos pegados a la puerta
del consultorio. Puja, puja, puja le repetía la doctora hay viene puja, y así
paso un largo tiempo ya eran las 11:45 del santo sábado cuando un fuerte llanto
se escuchó en el consultorio es una niña escuché y viendo por la rendija de las
puertas ví que la enfermera con la niña en brazos cruzaba hacía un baño que
tenía una ventana en lo alto, corrí hacia un costado del dispensario y de un
salto logré tomarme del protector de la ventana y con un impulso logré ver a
Ruth Nelibet por primera vez, la enfermera le estaba lavando su cabecita en el
lavamanos. Después de una espera nos dejaron entrar y ya había vestido a la
pequeña Ruth, recuerdo que le quite el escarpín y sus guantes y conté sus
deditos, uno, dos, tres, cuatro y cinco si están completos, tenía sus orejitas y
completa su carita, era increíble era como un milagro, recuerdan que les dijes
que mucho pensamientos llegan a la mente algunas veces pensaba que la bebé venía
con algunos defectos físicos, después me entero que muchos pasan por eso. Esther
estaba muy agotada, todo un día en proceso de parto se quedó dormida yo emprendí
el viaje a Barquisimeto para regresar en la mañana. Efectivamente temprano en la
mañana de ese domingo de resurrección estaba de regreso con algo de comida, pude
hablar con la doctora recuerdo que me dijo que se llamaba Ruth, ella me dijo
-anoche no solo su esposa estaba pariendo, tuve que montarme en su barriga casi
tuve que utilizar esto - y me muestras un instrumento como una gran tijera pero
con dos soportes como paletas, luego supe que era un fórceps. Estuve casi hasta
el medio día no la iban a dar de alta todavía, en esos tiempos las parturientas
tenían que estar por tres días bajo observación, mi intención era regresar en la
tarde pero por fin se desató una poderosa tormenta que desde el día anterior
estaba amenazado, fue una lluvia copiosa con una gran tormenta eléctrica, los
truenos de relámpagos hacían estremecer todo, las calles se inundaron y no fue
posible que pudiera regresar esa tarde a ver a mis dos mujeres. Siempre he dicho
por está tormenta que que Ruth Nelibet es la hija del trueno. Hoy Domingo 18 de
Abril de este peculiar 2021 quiero dar gracias a Dios porque esa pequeña niña
hoy arriba a sus 40 años y Esther y yo hemos podido ver cómo la mano de Dios la
ha bendecido. Te amo mi primogénita. Luis Eduardo Alvarado G.